Hacienda del Plata. Estancia andina, un lugar, una historia. De abiertos campos cordilleranos remonta su nacimiento al siglo XVIII. Durante generaciones la familia Gonzaléz Pinto supo asimilar los secretos de su entorno; el silencio de sus ventisqueros, el carácter tranquilo y reservado de los gauchos cordilleranos. La mística irresistible de Los Andes decanta en sus vinos. Situada a la vera Norte del Río Mendoza fue cruce de caminos; lugar de encuentro para arrieros, vaqueanos y descanso obligado para tropas de ganado que cruzaban a Chile. Refugio de viajeros, fuente de inspiración para poetas y artistas, hoy su vieja casona yace bajo las aguas de la Presa Potrerillos. Allí duerme un sueño eterno e inmune al paso del tiempo. Fue su historia la de una típica estancia Andina. Una historia sencilla templada por silencio y crepitar de fogones cordilleranos; por caracteres tranquilos leales y reservados de sus moradores, que respetaron y aceptaron como destino lo que la naturaleza les imponía. Su legado es "una manera de ser". Un aprender constante a reconocer los valores y principios que rigieron una vida en paz, en equilibrio y en comunión con su entorno. Hoy nuestra familia, perteneciente a esa tradición, elige los vinos como justo homenaje y modo de mantener vivo aquel espíritu. Hacienda del Plata evoca el lugar. El símbolo de su Marca representa la convergencia; la unión; la síntesis entre el hombre, su tierra y las sensaciones que ella engendra.