Revolviendo entre las cosas de la abuela me encontré con algunas diapositivas y especialmente unas de su boda.Era el año 1959 y entre tul, azahares y coros nupciales, un fotógrafo cargaba una pesada cámara. Enfocaba con certeza, sin oportunidad de equivocarse. No había opción de revisar las tomas hasta el emocionante momento de llegar al cuarto oscuro.Lo que ese hombre capturó en una caja de luz forma parte esencial de mi historia: la unión de dos personas que dieron vida a otra, mi madre.Hoy no conozco el nombre del autor de dichas fotos, solo sé que me dio un gran regalo inmortalizando ese momento de mi historia en la que no estuve presente. Igual que el gran fotógrafo de nombre desconocido, quiero dejar muchos regalos para ustedes, el legado en imágenes para sus hijos y para todas las generaciones que vienen. Con cariño, para todos los que han depositado y depositarán su confianza en mí.TRIANA MENDOZA.